MUJERES EN LA DIRECCIÓN NACIONAL DE FUCVAM
Valeria Silveira: “En lo cotidiano se refleja lo que somos y desde ahí tenemos que empezar a cuestionarnos”
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Foto: Gustavo Castagnello

Para la integrante de la Dirección Nacional de FUCVAM y oriunda de Cerro Largo, Valeria Silveira, el foco de su militancia está puesto en lo cotidiano donde las acciones reflejan la esencia de la persona que milita y, además, se cuestiona en el compartir con otras personas, desde lo colectivo, su propia existencia.

Los padres de Valeria Silvera decidieron conformar una familia desde jóvenes. Una montevideana conoció a un oriundo de Melo y decidió ir a vivir en Cerro Largo. La pareja comenzó a vivir en un pueblo llamado Ramón Trigo, a cincuenta kilómetros de Melo, a unos veintitantos de Fraile Muerto, un punto geográfico que no aparecía en el mapa.

La consecuencia de un amor adolescente llevó a su madre a abandonar la centralidad con 19 años y tener a Valeria, su primera hija, a los 23. Valeria creció en ese pueblo de unos 300 habitantes con costumbres políticas de “militancia social”, sus primeros años de vida fueron en una chacra a un kilómetro del pueblo, en el campo. Sus padres; Roxana Zaballa y Álvaro Silveira fueron fundadores de una cooperativa de producción de ladrillos para venderlos, además de producir productos agrícolas para consumo propio, en una huerta y el trabajo con el ganado.

Valeria es la más grande de todos sus hermanos; Matilde, Verónica, Alejandra, Rodrigo y Gonzalo. La pareja tuvo cinco hijos biológicos, más adelante alrededor de los 14 años de Valeria aparece su sexta hermana, adoptiva o “hermana de la vida” como comenta ella. A la escuela iban a caballo o de a pie, era rural y de horario completo. Ella y sus hermanas desayunaban, almorzaban y merendaban allí, tenían además huerta y cuidado de animales como parte de la currícula.

Hasta sus 10 años vivió en Ramón Trigo. La vida de campo y la producción de ladrillos, que no era “fácil”, comenzó a agravarse con la crisis y sus padres decidieron mudarse a Canelones. La idea era poder brindarle tanto a ella como a sus hermanos menores más opciones educativas.

Los primeros años en Paso Carrasco, para Valeria fueron abrumadores. La cantidad de estudiantes que integraban a su escuela era la misma que la ocupaban sus compañeros en los salones de enseñanza canarios. Los adultos asumieron el cambio, su madre comenzó a trabajar en un quiosco de la terminal de Río Branco y su padre era camionero que y de vez en cuando, “hacía changas”.

Al poco tiempo los dos años sus padres se separan, convivieron durante el proceso, pero cuando Valeria ingresó al liceo, su padre ya tenía otro lugar donde vivir. Pese a que la vida familiar cambió, ciertas estructuras perduraron como las fiestas compartidas y los cumpleaños. Durante el transcurso de su vida en la casa materna, estudiaba en el liceo, en el hogar quedaba al cuidado de sus hermanos menores, vendía tierra y leña colaborando así con el segundo trabajo de su madre.

Recién a sus 20 años Valeria comenzó a sentirse integrada a Montevideo. El mismo período en el que ingresó a estudiar en Facultad de Ingeniería. Cuando estaba cursando el Bachillerato de Construcción en la UTU de Solymar norte, conoce al que después es padre de su primer hijo.

Valeria tiene dos hijos, Mateo y Milo, el más grande tiene 20, el chico tiene un año recién cumplido y hoy habita en la cooperativa junto a sus hijos, con el papa de Milo, German y su hija Martina, con quienes continúan la construcción permanente del colectivo.

Cuando tuvo al primero, a sus 21 años, se va para España, forzada por la crisis que comienza en 2002 a buscar oportunidades para el cuidado de su familia en Uruguay también. En ese país vivió casi siete años. Primero va ella con Mateo, ya separada de su padre tras vivir violencia basada en género, luego viajan su hermana Matilde junto a su cuñado. Viviendo en España, si bien ya tenía algún conocimiento de FUCVAM, comienza a tener su primer acercamiento pues dos de sus hermanas; Verónica y Alejandra comenzaron a involucrarse en una cooperativa. Tras vivir esos años en España donde la situación económica del país comenzó a complicarse. Recuerda que durante esos casi siete años no había ni siquiera podido visitar a su familia, hasta el año 2012 sobre abril que es cuando viene por primera vez con Mateo a ver cómo está la situación y que posibilidades hay para vivir aquí. Durante esos días en Uruguay sus hermanas la convencen de anotarse como aspirante en la cooperativa en la ellas se encuentran pese a que se iba a volver a España, para preparar su regreso definitivo al País, sus hermanas ya le habían contado sobre su experiencia a través de la distancia, las posibilidades del terreno eran Ciudad Vieja, más sobre el Centro o detrás de Parque Posadas en Aires Puros.

A fines de octubre de 2012, retornó a Uruguay para recién integrar como titular en el año 2013 y así comenzar la construcción en la cooperativa en Aires Puros. Al definirse la entrega del terreno en Aires Puros, esto generó sus buenas bajas, siete núcleos se fueron y ella junto a Mateo comienzan a formar parte como integrantes de la cooperativa.

Si bien entendía cómo funcionaba una cooperativa por el trabajo de sus padres o ya entendía conceptos como el de Asamblea, la vivienda fue a otro “ritmo”. “Era algo diferente, ahí comencé a involucrarme y saber cómo era, cómo funciona y fui aprendiendo sobre la marcha, comenzamos a venir en FUCVAM a los plenarios y a las charlas informativas que daba el Departamento de Asesoramiento Técnico (DAT)”, relata Valeria.

Durante sus primeras etapas en FUCVAM se fue integrando a su cooperativa, primero como voluntaria en la Comisión de Obra y Terreno. Al tiempo hay elecciones dentro de la cooperativa y el colectivo decide postularla como integrante de la Comisión de Trabajo, marcando las horas en planillas y haciendo seguimiento de obra.

Ahí descubre una de sus primeras pautas como cooperativista: “la palabra vale y se cumple”. “La flexibilidad es entendida con cuidado porque la construcción es para todo el colectivo”, comenta mientras continúa relatando sus pasos por COVIJUNTOS una cooperativa que hoy tiene 27 núcleos habitándola.

Durante el período de construcción fue electa como integrante de la Comisión de Obra por dos periodos consecutivos. Finalmente, en diciembre de 2018, 27 familias comenzaron a habitar la cooperativa.

“Lo que siempre me pareció muy valioso es el funcionamiento de las decisiones colectivas, de la asamblea, la democracia directa, eso me parece como algo a destacar en nuestra cooperativa”, comenta Valeria para luego indicar que en la democracia directa se desarrollan formas de respeto a lo que las personas no están acostumbradas.

“Una vive en tensión, de que, si otra persona puede darte un golpe, te lo da, pero en nuestra cooperativa pese a las tensiones, porque la obra te tensiona mucho, te desgasta física y mentalmente, hubo respeto y supimos aceptar las diferencias, además fue una etapa disfrutable, aprendí mucho de la obra”, asegura en retrospectiva.

Como había estudiado construcción e ingeniería, su interés militante dentro de la Federación, ya en 2013, era el DAT, y si bien militaba en “lo político partidario”, ya no se sentía a gusto. Su militancia en FUCVAM comienza entonces en 2019 en ENFORMA, luego de conocer la metodología y forma de militancia allí, razón de su decisión de sumarse a participar, es así que Gustavo González hace dos años atrás le sugiere integrarse a la Dirección Nacional.

En realidad, ella no quería, pero es “complicado conseguir personas que se involucren y participen activamente”. Para ella el foco de interés es la Escuela, donde el abordaje comprende más lo comunitario y en donde la pelea por el derecho a la vivienda se amplía.

“Mi militancia y la de Silvina está abocada a la escuela, si nos vamos, dejaría de tener sentido lo que hacemos, a veces nos preguntamos qué hacemos en la Dirección, pero entendemos y sostenemos nuestra militancia, desde ese lugar, la Escuela”, concluye Valeria.

¿Qué pensás del hecho de que hayan siete mujeres en la Dirección Nacional?

En primer lugar, pienso que refleja la militancia real a la interna de las cooperativas. En la mayoría de los casos la participación dentro de las cooperativas es por parte de mujeres. A nosotros en la Escuela, nos pasa, en los talleres que damos sobre gestión cooperativa, por ejemplo, donde se tratan temas centrales para la gente, y la mayoría de las participantes son mujeres.

Creo que tiene que ver, aunque habría que analizarlo y estudiarlo mejor, con la prioridad que tiene el hogar y la vivienda para las mujeres, es muy valioso y un tema importantísimo, más allá de si se tiene o no hijos o hijas a cargo.

También, me parece importante analizar cómo se comenzó a dar esto de la participación de las mujeres en los ámbitos de toma de decisiones y que ocurre realmente. Entiendo que falta un montón, pero ésta, es parte de la foto hoy. Hay que seguir trabajando en llevar a cabo lo que se discute. Que en la foto salgan siete mujeres no significa que realmente participan en igualdad de condiciones. Falta mucho!!

 ¿Qué destacarías de tus compañeras de la Dirección Nacional?

No me relaciono igual con todas. Con algunas por distancia y con otras por dónde desarrollamos la militancia, no coincidimos en actividades permanentemente. Sucede también que mi prioridad es ENFORMA y como comenté antes es desde allí mi participación.

Más allá de eso no he tenido inconveniente con ninguna, si bien a veces, tenemos nuestras diferencias siempre ha sido marcado desde el cuidado y el respeto, algo que no se siente igual con algunos varones de la DN.

Supongo que tiene que ver con la formación que tenemos y la educación, y va más allá solo de cómo está la sociedad hoy. Pero, destacar, podría destacar que en términos generales en las situaciones en las que se necesita ver el tema de cuidados solemos unirnos. La mujer tiene una mirada diferente sobre el cuidado “nos educan para eso,” esto hay que desarrollarlo bien igual.

¿Y de tus compañeras de cooperativismo en general, de tu cooperativa?

Algo similar: unión frente a situaciones adversas. Es automático, más allá de que no nos juntamos con todas siempre a tomar un mate o no tenemos un contacto cotidiano, cuando hay una situación muy delicada, estamos todas, y a los compañeros, también, los incluyo.

Pero las mujeres, por ejemplo, nos ha tocado vivir casos de violencia basada en género dentro de la cooperativa y el barrio, y enseguida nos unimos para volantear, informarnos, buscar alternativas y hacer una red. Esa parte solidaria la tenemos. Y, de vuelta lo mismo, el tema de los cuidados es como central siempre.

¿Qué le dirías a una mujer cooperativista, o a una mujer que recién está entrando al cooperativismo de vivienda por Ayuda Mutua para que continúe participando?

Primero, que se puede, que, si bien cotidianamente nos van a bombardear situaciones adversas y jodidas, tenemos la posibilidad de encontrar un grupo de personas que nos ayuden a sostenernos en algunas cuestiones.

Por eso para mí la militancia no es solo ir a los barrios, a las cooperativas, o dar talleres o cursos, sino que también es autoformarnos permanentemente, y desde ahí participo en nuestra cooperativa, en ese sentido la formación es también sostenerse y cuidarse entre las personas que militamos. Es darse cuenta que tenemos compañeras y compañeros detrás nuestro y respaldándonos.

Puedo tener diferentes vínculos con mis compañeros de cooperativa, más cercano o lejano, pero si pasa algo, están. No es menor eso. La vida en comunidad, en colectivo, es muy diferente a vivir individualmente, más allá de que somos seres sociales y necesitamos de la sociedad, saber que tenés un respaldo de gente, que te va a estar ahí como, y desde donde pueda, es una tranquilidad, incluso diría que es lo que te da como la energía para poder seguir adelante.

Todos los días tenés que levantarte e ir a laburar, sostener la vida cotidiana, y también, vas a tener altibajos, pero el colectivo te da una energía extra para poder continuar.

¿Cómo te definirías como militante?                                                                 

Convencida, aunque al principio fui muy tímida, con el tiempo fui consolidándome. Me ha pasado muchas veces y, me sigue pasando, que no siempre tengo la palabra correcta para definir o decir algo, pero si tengo claro lo que siento. Me gusta aprender, sé que me falta bastante, me motiva mucho el intercambio con mis compañeros y mis compañeras. Obviamente, entendiendo que partimos de que hay cosas que no son justas y accesibles para todas y todos y que falta trabajarlas, en eso estamos.

¿Qué es para vos el 8M?

Es un día que representa una excelente oportunidad para poder apoyarnos y visibilizar lo que somos, la lucha y que además tenga visibilidad mundial. Ahora insisto, esta bueno saber que la lucha es cotidiana, falta un montón y continuamos en ello.

Hasta ahí fueron las preguntas, no sé si querrías agregar algo que te parezca relevante o se me haya pasado de largo en la entrevista.

Voy a agregar algo en plan de redondeo como para darle una unión con este tema de los cuidados. Para mí eso es esencial, en el sentido de que además de saber que me responsabilizo con lo que hago y digo, me integro desde ese lugar de cuidados a la militancia, y si bien asumí esa responsabilidad, ser coherente, es también tratar de pensar permanentemente, en que no estamos solos, no vinimos solos a este mundo y vamos a dejar un país, un planeta a las próximas generaciones ¿en qué condiciones?, pese a todo, hay que seguir trabajando para lograr esas pequeñas - grandes transformaciones que dejen algo un poco mejor de como lo encontré.

Y eso se da en lo cotidiano, en las pequeñas acciones, porque es ahí donde ocurren los cambios o donde al menos puedo intervenir. Ya no estamos hablando de grandes movimientos revolucionarios, pero sí en determinadas situaciones cotidianas tengo que comenzar y saber qué, y desde donde hacer. Es ahí donde se refleja realmente lo que somos, en el día a día y es donde hay que cuestionarse para poder seguir creciendo, podemos errar y le vamos a errar, pero si no podemos analizar nuestra práctica estamos perdidos. Estas cuestiones se analizan de forma colectiva, porque como personas sociales, nos ponemos frente a otras y en consideración de otros criterios para seguir creciendo, si además consideramos el cuidado, vamos a tener las mejores respuestas y el colectivo es la clave de eso.

Por eso las cooperativas tienen tanto potencial y tanta posibilidad de generar esas transformaciones. No solo a la interna de la cooperativa, a la interna del barrio, de la ciudad, todo lo que implica y genera una cooperativa al construirse en un barrio, habilita muchas cosas a trabajar y cuidar, una vez que habitas comienzan a ocurrir otras situaciones en la vida de la cooperativa y desde ellas tenemos la posibilidad de trabajarlas.

Por eso la Escuela para mí es prioridad, permite conectar todas las etapas de la cooperativa y seguir analizando, aprendiendo y poniendo en práctica la vida en comunidad hasta que ya no exista en este cuerpo.