Ver la Historia a través de la fotografía es ver un mosaico de imágenes que lograron capturar un momento y una porción de tiempo. No es solo un recuerdo para el que vivió ese momento sino tener la posibilidad de ver cómo se vivió y, en cierto sentido, también recordarlo porque su vivencia quedó registrada.
En 1983, dos mujeres de pelo corto estuvieron debajo de una pancarta que decía “No al pago del Banco Hipotecario”. Una de ellas tenía los brazos cruzados y vestía una pollera larga, mientras la otra llevaba puestos jeans de tiro alto y usaba lentes de aspecto grande y pesados. Están cansinamente esperando algo en la puerta de su casa de ladrillos y manifestándose por una huelga de pago contra el BHU. La pancarta está pintada a mano. Aún era Dictadura pero la población uruguaya estaba encontrándose.
Siete días antes de la Navidad de 1983, los cooperativistas de vivienda por ayuda mutua se manifestaron en Avenida Garzón y Carlos María de Pena. Un puñado de infancias se colocaron en primera fila, sonriendo al lente del fotógrafo, mientras los adultos alzan las tres pancartas que habían pintado a mano para manifestarse en contra de la Ley de Propiedad Horizontal. “Todos a luchar a FUCVAM”, dice la inscripción del cartel que llega hasta el pecho de los cientos de manifestantes. La concurrencia era masiva en las inauguraciones de cooperativas, en Asambleas, en ollas populares y en actividades culturales. Eso ocurría en una época en la que ni Benjamín Nahoum, ni Gustavo González tenían canas.
Foto: Descripta en texto de la nota, Autor: CEMA
Más que momentos singulares de la historia, este registro audiovisual logró captar su proceso popular. La mirada que CEMA logró instalar como productora audiovisual fue mucho más que sacar una foto. Fue capturar la singularidad de un hecho histórico en la efervescencia de las manifestaciones masivas y en los rostros y gestos gentiles, alegres, con chispa, de los cientos de los cientos de cooperativistas que participaban.
CEMA: Un modelo de producción gestado por jóvenes autodidactas
Foto: En un parque, bajo un árbol y con cámaras de fotogrfía sonríen al lente, de izquierda a derecha, los integrantes de CEMA, Pablo Badano, Esteban Schroeder, Eduardo Pincho Casanova y Mercedes Barreiro. Autor: CEMA
Como definen los fundadores de CEMA, Esteban Schroeder y Eduardo Pincho Casanova, el proceso de fundar una productora audiovisual para resistir culturalmente y que, al mismo, logró instalar un modelo comunicacional y la necesidad de producción, fue mucho más que sacar una fotografía o realizar un vídeo. Horas y horas revelando rollos. Pensando en la fotografía como proceso. Para luego definirla, producirla y distribuirla.
Eran, según dicen, jóvenes de 20 años lograron vivir de lo que habían aprendido de manera pasional y autodidacta durante una década. La sensibilidad gráfica del registro fue parte del Schroeder un fotógrafo y ex preso político, como el técnico en telecomunicaciones y profundamente método, Casanova. CEMA fue una asociación que logró contratar a 15 personas, una década antes de que regresara la primera generación Universidad de la República que estudió a la Comunicación como una Ciencia Social. Lograron vivir de la producción audiovisual en una época en la que, salvó la infaltable propaganda comunista, se desconocía su importancia.
Tuvieron un vínculo cercano y muy productivo con FUCVAM. Pero también hicieron cine uruguayo, en épocas de exilio, de retorno de exilio, de retorno de la cárcel, de transición democrática, de un pueblo que asistía a todas las manifestaciones colectivas porque las extrañaba. Cubrieron los recitales de Alfredo Zitarrosa cuando volvió del exilio. Registraron manifestaciones de en todas las expresiones, volviendo a experimentar su expresividad sin tapujos. Eran tiempos de registro analógico, con rollos y con pocas posibilidades de poder sacar una fotografía por tus propios medios.
Por eso en CEMA no solo sacaban las fotos, también las proyectaban en cooperativas, para que las personas pudieran verse. CEMA “instaló un modelo de producción” y curtió la carrera de dos realizadores audiovisuales, que tenían veintitantos años. El proyecto terminó en 1994. La efervescencia había culminado, pero nunca, por suerte, se pudieron desprender de ella.
Una sensibilidad estudiada por las Ciencias de la Comunicación
Foto: Dos infancias miran el lente de la cámara del fotográfo sonriendo, rodeados de paredes de ladrillos y bajo el cartel cuya incripción "El cooperativismo unido jamás será vencido" tuvo lugar en COVINE 5, en 1983. Autor: CEMA
Décadas después Esteban Schroeder tuvo la inquietud de recuperar el archivo en cintas magnéticas del CEMA. Allí se implicó un equipo coordinado por Mariel Balás, quien estudió el trabajo de CEMA y lo digitaliza. Se conocieron en 2008.
"Esteban me comentó que conocía una experiencia en Chile, para salvar los cassettes y las cintas de vídeo Umatic ahí apliqué fondos para concretar la digitalización de ese material", contó en diálogo con El Solidario, Balás.
Como Licenciada en Comunicación por la Universidad de la República obtuvo su segundo grado, la maestría, en Estudios Latinoamericanos. Tras obtener fondos, en 2008, del Fondo de Fomento de la Dirección del Cine y el Audiovisual Nacional, coordinó el proceso de digitalización del registro fotográfico de CEMA. El proceso de digitalización, llevado a cabo con los Fondos y con la colaboración de la exLicenciatura en Comunicación (Liccom), culminó en 2012.
La oportunidad de estudiar CEMA representó para ella la posibilidad de obtener “una mirada integral de la comunicación que incluía fotografía, el audiovisual y la prensa”, en un “contexto dictatorial”.
“Al ver esas imagenes me explotó la cabeza, por la importancia de lo que estaban registrando, de la mirada, de la forma, tenían una impronta muy distinta, en los documentales le preguntaban a la gente en la calle si se debía o no castigar a los militares,hicieron varias películas, que además de invitar a ver a la juventud punk, registra la música popular. Tenían alternativas distintas de concebir la escena cultural y el arte”, sintetizó.
Cuatro años más, Balás comenzó a trabajar en el Laboratorio de Preservación Audiovisual (LAPA) del Área de Investigación Histórica de la Udelar. En 2018, conoción a Miguel Angel Cristo de Olivera, quien se había quedado con otro cúmulo de diapositivas y dona al LAPA el trabajo.
Fue así que un funcionario del Área de Comunicación Alejandro Muniz, con el aval del ex secretario general de FUCVAM, Gustavo Gonzalez, asistieron a ver ese archivo, que hoy, cuatro décadas más tarde, está siendo expuesto, hasta el 20 de octubre, en la Fotogalería de Parque Rivera.
Al principio el trabajo con las diapositivas implicó una la limpieza “superficial” de cada imagen con “peras de goma”. Luego, llevaron a cabo el procedimiento de “digitalización” para finalmente, comenzar con la identificación junto a los autores, protagonistas, como González, y funcionarios de Comunicación de FUCVAM, como Muniz.
Las unidades documentales que se digitalizaron de CEMA consistieron en 1490 negativos y 550 diapositivas. Producidas entre el 82, 83 y 84. González supo de las imágenes El material, para Mariel Balás una de sus principales estudiosas, está enfocado “en la juventud, eran chiquilines que tenían armas profesionales, sobre todo en la fotografía, pero también habían personas dedicadas a la Arquitectura, al Diseño Gráfico, hicieron una Escuela de Animación y crearon el primer espacio de fomento creativo vinculada a la Comunicación”.
Con el apoyo de la Facultad de Información y Comunicación, también se publicó una reseña del trabajo “CEMA: Archivo video y restauración democrática”, en el que tanto Beatriz Tadeo como Balas, expusieron sus conclusiones.
Foto: Gustavo González, sin canas, de aspecto menudo, rodeado de cooperativistas y pancartas elevado un tanto del resto por el escenario, en la inauguración de CAMVU en 1983. Autor: CEMA
“Estábamos con biblioratos en condiciones con bastante humedad y había zonas oxidadas, en condiciones que habían estado sometidas al polvo, entonces les cambiamos las guardas, y las digitalizamos digitalizar, era la dispositiva o el negativo”, detalló la Magister.
Tras realizar el proceso de digitalización de los U-matic, en su investigación de maestría, abordó el trabajo de CEMA, principalmente el video, en donde explicó “la gestación de la productora”. Su tesis se basó en los resultados de la migración digital Umatic, cintas magneticas de video, que fueron confeccionadas entre 1986 y 1992.
La curiosidad que le despertó al ver las imágenes en movimiento y luego las fotografías, según expresa Balas, “se nota que las fotos fueron sacadas con compromiso”.
Al ver que varias de ellas tenían foco en las luchas de FUCVAM también descubrió una sinergia entre productora y organización social. “Tenían una sensibilidad común, mucha conciencia del trabajo colaborativo, colectivo y comunicacional, en un contexto dictatorial donde la importancia surge de que alguien registre lo que está pasando, hay un sentimiento de que hay algo más que la opresión del sistema, algo que el contexto político intentaba establecer”, expone la Magíster.
A medida que pasaban las fotos y que el estudio de su contexto político se volvía un objeto de investigación pero centrado “el contexto de cada registro y de cómo se registró cada espacio”. El foco de la digitalización de las diapositivas de FUCVAM, surgió porque “nos enfocamos en el pedido de Gustavo González y digitalizamos los actos masivos, el regreso de los niños del exilio” informó Balás para luego destacar “la importancia que le dio la Federación al registro histórico es fundamental”. “No es solo el momento de la construcción, de las familias, de la alegría, del trabajo, es estar en un acto masivo bajo paraguas, hay como un sentimiento de estar de pertenecer y de participar en los cooperativistas de esa época”, concluyó la Magister.
Un modelo audiovisual basado en tecnologías de producción
CEMA fue la primera productora audiovisual independiente del país, una respuesta creativa y política a la represión de la dictadura. Fundada en 1982 por dos jóvenes, el fotógrafo Esteban Schroeder y el metódico técnico de Antel, Eduardo "Pincho" Casanova, su misión era “comunicar”: registrar y crear una alternativa cultural. "No es lo mismo entrar en algo que ya está hecho a tener que fabricarlo", sostuvo Casanova. "En ese momento no había productoras independientes de video, o eran canales de televisión o productoras comerciales, y eso es lo que inventamos nosotros".
"En un país donde no era posible reunirnos comenzaron a pasar cosas", contextualizó por su parte Schroeder, un joven ex preso político que había encontrado en la fotografía un oficio. En su casa instaló un laboratorio y comenzó a mezclar la cobertura de la realidad con la fotografía social. Una de las coberturas que más recuerda fue un grupo de bailarinas- Babinka videodanza GRIS (1986) - que se pusieron máscaras para representar una "alegoría de la libertad" en el sótano del Mercado del Artesano, en Ciudad Vieja. También recuerda con cariño el retrato que le realizó a Rosa Luna, una conocida vedette del carnaval.
Juntos, estos autodidactas no solo hicieron coberturas fotográficas, sino que también incursionaron en las narrativas audiovisuales. Realizaron diapomontajes, producciones con video U-matic, películas en super 8, cubrieron eventos de grupos culturales y alternativos, y produjeron tapas de CD para figuras como Daniel Viglietti. En un momento de transición democrática y de regreso de cineastas exiliados, CEMA se propuso generar cine uruguayo. Con un enfoque metódico y creativo, hicieron películas como “Mamá Punk”, "Pepita la Pistolera" y documentales sobre abortos clandestinos o sobre la cooperativa COVICENOVA para FUCVAM, cumpliendo un cronograma de trabajo.
Los fundadores recuerdan la misma época remarcando cosas distintas. Casanova sostiene que tuvo que funcionar “como un reloj”. Todos los días se levantaba a las cinco de la madrugada, si llegaba cinco minutos tarde a la parada de ómnibus llegaba tarde, durante los siete años que estuvo en CEMA, vivió el proceso como “un jóven” al que lo gobernaron las “hormonas”. “La juventud es una enfermedad que pasa solo una vez en la vida y CEMA fue parte de ella”, resume para luego detallar que eran épocas analógicas donde existía una parte del revelado fotoquímico que consumía horas y horas. Pese a esta juventud “crearon metodologías de producción”: “había una profesionalidad un control de horarios y de tiempos”. Abandonaron sus respectivos trabajos para dedicarse de lleno a la productora, tuvieron que formarse “éramos autodidactas”.
Foto: Dos Taxis Ford Falcón y un escarabajo ocupan la mitad de la calle, mientras que frente al Banco Hipotecario, cientos de cooperativistas resisten la Ley de Propiedad Horizontal, en el público hay infancias, hombres, mujeres que ocupan el espacio que en la actualidad sería los techitos verdes. Autor: CEMA
Los autodidactas lograron realizar talleres de sociología en Cinemateca, como informa Casanova. Realizaron diapomontajes para Mariano Arana y para varias organizaciones sociales, como indica Schroeder. Se trataba de una técnica en la que las diapositivas pasaban una tras de otra logrando el efecto de un video, fueron parte del cultivo de “la distribución” y del montaje. Vivieron de la producción y contrataron a otras quince personas más.
“Hubo que inventarlo todo, desde donde iban las planchas de nylon que estaban para guardar las diapositivas, con cierto orden, hasta crear un archivador, llegamos a confeccionar un sistema de almacenes para los cassettes de audio, habia una manera de sincronizar con las tecnologías que en ese momento significaron una irrupción, la conservación, modificación y montaje, no era algo sencillo ni un procedimiento técnico barato, ni accesible”, relata el fotógrafo.
Casanova destaca que por CEMA pasaron “decenas de productores, de cineastas, de realizadores y de productores audiovisuales”. Fue un germinador, un espacio para la reflexión, la distribución y el cine uruguayo: “fue una columna”. Schroeder asegura que estaban viviendo momentos “de reflexión constante sobre la expresión audiovisual”, donde él mismo estudiaba “políticas públicas para el desarrollo audiovisual” y así logró conocer el cine alternativo de Chile, Ecuador, Bolivia y Perú.
El vínculo con FUCVAM proporcionó un lugar para las proyecciones. Eran momentos en donde la gente, para Casanova, tenía “un fervor de poder reunirse, de verse a sí mismo, más allá de la pantalla de la estúpida televisión”.
Foto: Carteles pegados al ventanal del salón comunal en los que se inscriben "Firme por el NO de FUCVAM", el 26 de febrero lleve su credencial" y otro hecho a mano sostiene “compañeros, gracias a ustedes nosotros aprendimos a querer la colectiva y eso nadie nos lo podrá quitar”. Autor: CEMA
“La gente no creía que existiese el cine uruguayo, fue toda una construcción, éramos más que autodidactas, éramos portadores de una intuición muy positiva respecto a la producción”, aseguró Schroeder. Casanova, por su parte, señala la importante necesidad de responder a la producción de narrativas audiovisuales con “criterios de producción”. “Todos los criterios de producción se estudiaban y debatían, desde cómo se separaba la producción, cómo se dividían las comisiones internas, realizamos investigaciones y siempre, se escribía un guión”, aseguró el técnico.
CEMA culminó cuando ambos tenían 30 años y una etapa nueva por vivir. Casanova se fue siete años antes de que la productora dejará de existir. Schroeder continuó y, por suerte, guardó parte del archivo. “CEMA no influyó en mi. Fue al revés. En la sala de edición se podía fumar porque así lo quise yo. Siento que fue una etapa de mi vida, muy bien vivida, muy entregada y efectiva”, rememora Casanova, quien después de esta etapa se abocó a la producción artística. Lo mismo sucedió con Schroeder, quien luego se abocó a la dirección de cine, la realización de cine, la organización de productores audiovisuales y hasta ejerce como profesor de la UTU de audiovisual de Buceo.
“Todo lo que conservaba fue donado, primero a TV Ciudad, y después, a la Universidad de la República, lo que permitió guardar el archivo porque los materiales no suelen tener una certeza de perdurabilidad y perecen, son frágiles. Mariel Balás lo rescató y digitalizó mientras se formaba como magíster en Comunicación. Valoro mucho que se recupere la historia”, concluye Schroeder.