El 8 de marzo en Uruguay
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“El 8 de marzo no tiene un origen preciso, un hecho histórico, o un solo hecho que identifique al acontecimiento, se conmemora como si sucede con otras fechas, en particular el 1º de mayo, del que nadie duda que en él se recuerda a los mártires de Chicago, ¿verdad?, comentó la historiadora. 

En cambio, la conmemoración del 8M como el día de la mujer trabjadora  refleja o resume una suma de acontecimientos  particularmente de las luchas de las mujeres obreras  por sus derechos. que se remontan a la mitad del siglo XIX, y recorren todo ese siglo a los que se sumaran otra serie de acontecimientos al comienzo del siglo XX. El 8M nace como una necesidad de visualizar esas luchas de mujeres, sobre todo para los movimientos socialistas reunidos en torno a la II Internacional socialista.

Por eso deberíamos comenzar hablando de la social demócrata alemana Clara Zetkin que fue la que propuso ese día como el Día de la Mujer Trabajadora en el Congreso de la II Internacional de 1910 en Copenhague proponiendo que el 8 de marzo recordara esas luchas.

Zetkin, desarrolló una vida política vinculada tanto al socialismo como al feminismo, luchaba tanto por la igualdad civil y política como por los derechos de las trabajadoras. Socia y amiga de grandes pensadoras como Rosa Luxemburgo y del teórico alemán, Augusto Bebel que había escrito un libro muy influyente “La mujer y el socialismo” en 1879. En ese libro se resumía la posición del marxismo sobre la emancipación de las mujeres proletarias, allí sostenía que la vía de liberación para las mujeres era la del trabajo asalariado. En esa época, conocida como la del “capitalismo salvaje” se sometía a los trabajadores y trabajadoras  a condiciones de trabajo penosas y jornadas laborales extenuantes, incluyendo la de los y las niñas trabajadores. Eso explica que dentro del movimiento obrero y socialista que, no había consenso respecto a las ideas de Zetkins. “Algunos se manifestaron en contra y dijeron que el hombre sería el proveedor del salario y las mujeres quienes se encargarían de cuidar a sus esposos e hijos”, informó Sapriza para luego indicar que esta posición se basaba, entre otras cosas, al miedo “a que las mujeres se incorporarán en masa al mercado de trabajo, compitiendo y bajando salarios” y por supuesto al temor de que las clases explotadas no sobrevivieran.

Durante su militancia, según analizó la historiadora feminista, Zetkin batalló en la interna de su partido para convencer a algunos dirigentes que se oponían a que hubiera una línea de trabajo hacia las mujeres. En simultáneo, la socialista y feminista logra crear un periódico denominado “Igualdad” para reclamar el sufragio femenino, al igual que lo hacían sus contemporáneas londinenses. En la redacción del diario también se incorporan temas como el salario, las condiciones de trabajo, la atención y el cuidado de las infancias y las familias. Proponiendo así un “feminismo proletario”, según concluyó la historiadora.

“Zetkin integraba un partido de masas como era el Social Demócrata (que en alguna ocasión logró en elecciones nacionales, unos seis millones de votos y también tuvo períodos en el que fue declarado ilegal por el gobierno y puesto en la clandestinidad). Ese es el contexto de las luchas de esta dirigente que para fortalecer su posición defiende la idea de un feminismo proletario contrapuesto al de las feministas sufragistas del período al que Clara enfrenta tildándolas de “burguesas”

En la celebración del Congreso Internacional Socialista de 1910, se reunieron unos 30 países en Dinamarca 

Con este panorama sobre la mesa, Zetkin aclara que lo que quiere fundar es un feminismo proletario que atiende a las trabajadoras y le transfiere la misma legitimidad frente a los trabajadores. Es así como se plantea, por primera vez, el Día Internacional de la Mujer trabajadora. Que a partir de esa fecha será celebrado básicamente en el campo socialista –creado desde inicios de la revolución bolchevique en 1917 – y por los partidos comunistas en los diferentes países del mundo. En los años 70, con el resurgir del feminismo se propone, por resolución de la Organización de Naciones Unidas en 1975, el 8 de marzo como Día Internacional de las Mujeres.  Que como tiene un carácter “universal” apela a todas las mujeres y no solo a las “trabajadoras”.

El 8 de marzo en Uruguay

Durante la transición democrática, en 1984, hubo dos conmemoraciones del Día Internacional de la Mujer. La primera consistió en colocar una flor, rosas en la estatua de la Libertad en la Plaza Libertad (o Cagancha) aunque amaneció totalmente rodeada por integrantes de las Fuerzas Conjuntas de la Dictadura. La otra movilización fue convocada por el Plenario de Mujeres del Uruguay (Plemuu), en Paso Molino. Esta organización también convocó a un encuentro en la sede de Alpargatas junto a Familiares de Detenidos Desaparecidos. Estos furon las primeras manifestaciones del 8 de marzo celebrado en el país aún en dictadura.

“A la salida de la Dictadura, el entusiasmo y la armonía de los movimientos de mujeres y  feministas se concretó en un movimiento que se llamó la “Concertación de Mujeres” integrada por diferentes organizaciones sociales (ASCEEP-FEUU, PIT-CNT, organizaciones de mujeres) y por todos los partidos políticos y eso se manifestó en el primer 8 de marzo celebrado en democracia, en 1985.

Armonía que se quebró cuando se aprobó en 1986  la “Ley de caducidad de la pretensión punitiva del Estado” estableciendo que un núcleo muy importante del movimiento feminista se pronunciara por el voto verde”, comentó la historiadora para agregar luego que los siguientes 8 de marzo fueran los del moño verde y no violeta.

Con el paso del tiempo y ya avanzadas los años 90´, los feminismos dejaron paulatinamente de ocupar las calles. “no sé si se puede hablar de repliegue, pero hubo un desinfle de los movimientos y muchas de las militantes feministas, pasaron a ocupar cargo en instituciones como la Universidad o las Intendencias”, explicó Sapriza. Si bien estas personas continuaron pregonando el feminismo en sus lugares de trabajo, no fue hasta 2017 que se produjo este nuevo estallido, la marea feminista, que volvió a ocupar las calles.

“Fue maravillosa la concurrencia, y es algo que nos impacta y nos llena de amor, primero expresar esa necesidad de alimentarse de otras. Pero la sensación es esa: ocupar un espacio público, hacerse notar, hacerse presentes para contar y visibilizar nuestras experiencias, concluyó Sapriza

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